Reinventa la comedia de cabaret, y Andreas Zanetti se coloca como el mejor showman de México
con gira internacional
De Bach a Mozart, de Beethoven a Arjona, el músico provoca la carcajada y el aplauso
Celebrará en breve 10 años de carrera, y sus padrinos serán María Victoria y Polo Polo
Se dice que la distancia más corta entre dos personas es la risa, seguramente así es porque cuando este hombre asalta el escenario y deja fluir su talento como una lluvia refrescante, el público no puede sino rendirse ante su incuestionable capacidad para hacer reír, pensar y disfrutar. Y podríamos decir, sin temor a exagerar que Andreas Zanetti es un showman fuera de serie, un genio que renueva y refresca el escenario.
Y, bueno, cabe señalar que así lo ha calificado la misma prensa y los cientos de miles de espectadores que hacen filas donde quiera que él se presenta. Para quién no lo conoce aún, el mote puede sonarle como una exageración o un simple gancho publicitario, pero comprobarlo es la más agradable sorpresa para el espíritu, y un reto para el escepticismo de quien cree haber visto todo.
Nacido en Sonora, desde muy pequeño gustaba de hacer espectáculos para su familia, a tal grado que a los 6 años empieza a componer música aún sin tener conocimientos formales, y a los 14 ya compone canciones y ya en su juventud estudia la carrera de licenciado en piano en Bellas Artes.
“Yo soy amante del piano. Es el instrumento más divino que existe sobre el planeta; a pesar de ser un cuerpo inerte, a pesar de no sentir, es un símbolo de la música”, dice emocionado.
Durante mucho tiempo ofreció conciertos de música new age que, junto con la corriente clásica, fue la que más posibilidades expresivas le ofreció.
“Un buen día en un centro nocturno de Querétaro había un piano Steinway de concierto en el escenario y un amigo le dijo al dueño: ‘oye, deja tocar a Andreas, es muy bueno’. No quería, no quería pero al final lo convenció, y terminé tocando y bailando arriba del piano. El dueño me dijo: te contrato. No me dedico a esto, le contesté”.
Este fue el principio de una trayectoria llena de risa luminosa porque Andreas es un músico, un pianista de calidad y talento, pero también es un hombre que hace reír y pensar.
Así, un buen día, se dio cuenta que en ese mismo bar de Querétaro, su fama crecía, al grado que pare verlo había que reservar con 4 meses de anticipación. “Trabajaba en Querétaro como showman, mucha gente se me acercaba y me decía oye por qué no te aprendes esto. No, pues no me interesa, yo soy concertista de piano. Tardé muchísimo en darme cuenta, quizá hasta hace unos 10 años, apenas.
“No está en mí decirlo –comenta-- pero yo supongo que el mío es un humor inteligente, no es albur ni grosería; es un humor que trata de basarse en elementos como la cultura, la historia, la biografía de ciertas personas”.
En sus espectáculos habla de músicos como Chopin, Mozart, y Bach, también revela la trampa musical de un compositor contemporáneo guatemalteco que basa toda su obra en una serie de 4 notas musicales, y también recurre a la biología, a la física, a la historia, y lo puede hacer porque es un lector compulsivo y un alma intensa.
En el fondo Andreas cree que todo comenzó a los 15 años de edad en que vio la muerte mucho más cerca de lo que fue consciente. Sucedió cuando lo operaron del corazón y tras una emergencia en la sala donde había varios chicos enfermos, él tuvo una experiencia sorprendente que cambió su percepción de las cosas.
“Ahí me cambió la vida porque me di cuenta que la vida me estaban dando una segunda oportunidad; no podía vivir ofendiendo, lastimando, robando, me comprometí con la vida, me metí mucho en la onda del new age, para meditar, para reflexionar, la gente se relajaba de una manera increíble en mi show”, recuerda.
Cuando finalmente lo contratan como un hombre espectáculo y le dicen que tiene carta abierta, él empieza a experimentar y “me di cuenta que tenía como una chispa y además me di cuenta de algo: que dijera lo que dijera, la gente se reía; entonces podía hablar de Cortázar, de Antonio de Melo, todo lo que yo leía se puede traducir en risa, eso es impresionante”.
Como todo hombre que está en el camino, sabe que no hay un sitio a donde llegar, sino continuar en él. “Lo que hago –explica-- es el camino, lo que hago es a lo que me quiero dedicar, crear y transmitir”.
Ahí, plantado en el escenario, vestido de pantalón negro y camisa gris, se sienta ante el teclado de su piano y conmovido por la magia de la vida nos cuenta que “científicamente está comprobado que el abejorro no puede volar, cien-tí-fi-ca-men-te, porque la sustentación de las alas es muy pequeña en comparación con la superficie del abejorro.
“Pero sobre todo, porque no cumple con una cosa que se llama Operador de Joukovski para el perfil aerodinámico, cosa con la que cuentan los delfines y los albatros… Pero como el abejorro no sabe todo esto, pues vuela igual”.
La risa del público es tersa, es una risa con la que concede la razón y después escucha el virtuosismo de Andreas interpretando El vuelo del abejorro, interludio orquestal de Nikolai Rimsky-Korsakov.
Andreas Zanetti ofrece temporada en El Cuevón del Distrito Federal, además de que entre el 2010 y el 2011 ha visitado más de 10 países, llevando su humor a España, Argentina y otros, en Festivales del Humor o en temporadas de presentaciones fuera de México.
con gira internacional
De Bach a Mozart, de Beethoven a Arjona, el músico provoca la carcajada y el aplauso
Celebrará en breve 10 años de carrera, y sus padrinos serán María Victoria y Polo Polo
Se dice que la distancia más corta entre dos personas es la risa, seguramente así es porque cuando este hombre asalta el escenario y deja fluir su talento como una lluvia refrescante, el público no puede sino rendirse ante su incuestionable capacidad para hacer reír, pensar y disfrutar. Y podríamos decir, sin temor a exagerar que Andreas Zanetti es un showman fuera de serie, un genio que renueva y refresca el escenario.
Y, bueno, cabe señalar que así lo ha calificado la misma prensa y los cientos de miles de espectadores que hacen filas donde quiera que él se presenta. Para quién no lo conoce aún, el mote puede sonarle como una exageración o un simple gancho publicitario, pero comprobarlo es la más agradable sorpresa para el espíritu, y un reto para el escepticismo de quien cree haber visto todo.
Nacido en Sonora, desde muy pequeño gustaba de hacer espectáculos para su familia, a tal grado que a los 6 años empieza a componer música aún sin tener conocimientos formales, y a los 14 ya compone canciones y ya en su juventud estudia la carrera de licenciado en piano en Bellas Artes.
“Yo soy amante del piano. Es el instrumento más divino que existe sobre el planeta; a pesar de ser un cuerpo inerte, a pesar de no sentir, es un símbolo de la música”, dice emocionado.
Durante mucho tiempo ofreció conciertos de música new age que, junto con la corriente clásica, fue la que más posibilidades expresivas le ofreció.
“Un buen día en un centro nocturno de Querétaro había un piano Steinway de concierto en el escenario y un amigo le dijo al dueño: ‘oye, deja tocar a Andreas, es muy bueno’. No quería, no quería pero al final lo convenció, y terminé tocando y bailando arriba del piano. El dueño me dijo: te contrato. No me dedico a esto, le contesté”.
Este fue el principio de una trayectoria llena de risa luminosa porque Andreas es un músico, un pianista de calidad y talento, pero también es un hombre que hace reír y pensar.
Así, un buen día, se dio cuenta que en ese mismo bar de Querétaro, su fama crecía, al grado que pare verlo había que reservar con 4 meses de anticipación. “Trabajaba en Querétaro como showman, mucha gente se me acercaba y me decía oye por qué no te aprendes esto. No, pues no me interesa, yo soy concertista de piano. Tardé muchísimo en darme cuenta, quizá hasta hace unos 10 años, apenas.
“No está en mí decirlo –comenta-- pero yo supongo que el mío es un humor inteligente, no es albur ni grosería; es un humor que trata de basarse en elementos como la cultura, la historia, la biografía de ciertas personas”.
En sus espectáculos habla de músicos como Chopin, Mozart, y Bach, también revela la trampa musical de un compositor contemporáneo guatemalteco que basa toda su obra en una serie de 4 notas musicales, y también recurre a la biología, a la física, a la historia, y lo puede hacer porque es un lector compulsivo y un alma intensa.
En el fondo Andreas cree que todo comenzó a los 15 años de edad en que vio la muerte mucho más cerca de lo que fue consciente. Sucedió cuando lo operaron del corazón y tras una emergencia en la sala donde había varios chicos enfermos, él tuvo una experiencia sorprendente que cambió su percepción de las cosas.
“Ahí me cambió la vida porque me di cuenta que la vida me estaban dando una segunda oportunidad; no podía vivir ofendiendo, lastimando, robando, me comprometí con la vida, me metí mucho en la onda del new age, para meditar, para reflexionar, la gente se relajaba de una manera increíble en mi show”, recuerda.
Cuando finalmente lo contratan como un hombre espectáculo y le dicen que tiene carta abierta, él empieza a experimentar y “me di cuenta que tenía como una chispa y además me di cuenta de algo: que dijera lo que dijera, la gente se reía; entonces podía hablar de Cortázar, de Antonio de Melo, todo lo que yo leía se puede traducir en risa, eso es impresionante”.
Como todo hombre que está en el camino, sabe que no hay un sitio a donde llegar, sino continuar en él. “Lo que hago –explica-- es el camino, lo que hago es a lo que me quiero dedicar, crear y transmitir”.
Ahí, plantado en el escenario, vestido de pantalón negro y camisa gris, se sienta ante el teclado de su piano y conmovido por la magia de la vida nos cuenta que “científicamente está comprobado que el abejorro no puede volar, cien-tí-fi-ca-men-te, porque la sustentación de las alas es muy pequeña en comparación con la superficie del abejorro.
“Pero sobre todo, porque no cumple con una cosa que se llama Operador de Joukovski para el perfil aerodinámico, cosa con la que cuentan los delfines y los albatros… Pero como el abejorro no sabe todo esto, pues vuela igual”.
La risa del público es tersa, es una risa con la que concede la razón y después escucha el virtuosismo de Andreas interpretando El vuelo del abejorro, interludio orquestal de Nikolai Rimsky-Korsakov.
Andreas Zanetti ofrece temporada en El Cuevón del Distrito Federal, además de que entre el 2010 y el 2011 ha visitado más de 10 países, llevando su humor a España, Argentina y otros, en Festivales del Humor o en temporadas de presentaciones fuera de México.